Esta es una de las principales causas de la obesidad en el mundo (Parte II)
¿Por qué es malo para la salud?
Fácil: por su perfil lipídico, compuesto sobre todo por ácidos grasos saturados. Es lo que se conoce como aterogénico, con potencial de obstrucción de las arterias. ¿Por qué? «El peligro del aceite de palma en la alimentación está relacionado con el contenido de tres ácidos grasos: el láurico, el mirístico y el palmítico».
Explica María Elvira Sánchez, dietista-nutricionista de Doctoralia especializada en trastornos de la alimentación. «La OMS aconseja limitar el consumo de ácido palmítico y de alimentos con un alto contenido en grasas saturadas. Este organismo asegura que hay una evidencia convincente de que “el consumo de ácido palmítico aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares«.
Estas grasas, las de cadena larga, son las que aumentan el colesterol malo (liposoluble o LDL) y disminuyen el colesterol bueno (hidrosoluble o HDL).
Pero hay más. «La EFSA publicó un informe en mayo de 2016 en el que alertaba de una posible relación entre los contaminantes basados en el glicerol, que aparecen en los aceites vegetales como el de palma al procesarse a altas temperaturas (en torno a 200 grados), y el riesgo de sufrir cáncer… aunque son necesarias más investigaciones para poder confirmar y precisar dicho efecto carcinogénico», recuerda Sánchez. «Por otro lado, un estudio realizado en el IRB Barcelona, relaciona el consumo de ácido palmítico con un incremento en la metástasis en ratones con tumores cancerígenos».
¿Hay otros peores?
Sí. Como todo en la vida real, ni los malos son tan malos ni los buenos son tan buenos.
«El aceite de oliva tiene un 11% de ácido palmítico», recuerda la doctora Alicia Taboada, endocrina de Doctoralia y miembro de la Sociedad Española de Arteriosclerosis. Y, no obstante, el aceite de oliva es el mejor sustituto del aceite de palma. «Por ahora, el aceite de palma no forma parte de la lista de ingredientes cancerígenos de la OMS, y ni la Unión Europea ni otros organismos nacionales de salud, han prohibido su uso ni han recomendado excluirlo de la dieta. Podemos concluir que los datos y resultados no nos deben llevar al alarmismo, y como pasa con todos los aceites, gran parte de sus beneficios y desventajas dependerán de su uso: virgen o refinado, a altas temperaturas o frío, número de frituras, cantidad, etc…».
«El aceite de coco contiene más ácidos grasos saturados que el aceite de palma, ya que posee hasta un 86%, mientras que el aceite de palma contiene hasta un 50% de los mismos» recuerda María Elvira Sánchez. No hace falta recordar la fiebre por el aceite de coco que sufren algunos, sobre todo en el mundo del fitness.
¿Es el aceite de palma sinónimo de productos procesados? ¿Le estamos dando más importancia de la que tiene? «Este aceite es sinónimo de controversia», dice la doctora Taboada. «Pero los azúcares, por ejemplo, ya han demostrado que son perjudiciales para la salud. Son los responsables número uno de la obesidad, que tal como sabemos, no sólo aumenta el riesgo cardiovascular, sino que también está relacionada con diferentes tipos de cáncer».
Lo mejor es que permanezcas atento, porque la industria alimentaria a menudo se nutre de modas activadas por alarmas no siempre fundamentadas. Y por esa razón, la ausencia de aceite de palma podría convertirse en el siguiente gran negocio de quienes tratan de vender alimentos supuestamente saludables.
No tardarán en aparecer en las estanterías de los supermercados eco las etiquetas “sin aceite de palma”, lo cual podría hacerte bajar la guardia ante otros ingredientes potencialmente dañinos (azúcares, aditivos, otras grasas…). Lee las etiquetas completas y sólo entonces, analizando el producto en su totalidad, decide si es bueno o malo para ti.