Esta es una de las principales causas de la obesidad en el mundo (Parte I)


Esta es una de las principales causas de la obesidad en el mundo (Parte I)

La alimentación actual con la obesidad, es algo así como un videojuego o un capítulo de Juego de Tronos: necesita tener siempre un archienemigo al que enfrentarse en crueles batallas.

Ya pasamos las pantallas de las grasas, el gluten, el aspartamo, la lactosa, las dietas milagro, la carne roja, la leche, el azúcar… y parece que hoy estamos en la del aceite de palma. Esta vez ha llegado incluso al Congreso de los Diputados de varios países, a través de una proposición no de ley por parte de ERC para instar al Gobierno a evitar su uso.

Evitemos dejarnos llevar por modas alimenticias o exageraciones, y partamos de la siguiente certeza: el aceite de palma no es tóxico… aunque tampoco es saludable. Pero, ¿cuáles son las razones que lo han convertido en anatema alimenticio?

¿Qué es el aceite de palma?

Para empezar, es necesario saber qué es exactamente el aceite de palma. Se trata de un aceite de origen vegetal, lo que a priori puede confundir a más de uno que huya de los de origen animal. De hecho, su uso se disparó cuando los fabricantes decidieron sustituir las grasas animales a comienzos de este siglo.

Su producción se ha triplicado entre 1999 y 2014, según un informe de WWF. Actualmente, en base al mismo informe elaborado con datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, es el aceite vegetal más producido del mundo, pues supone un 38% de la fabricación mundial. La OCDE calcula que cada europeo consume al año 59,3 kilos, pese a que es un tipo de grasa que no se cultiva en este continente. Se extrae de la palma, que tiene su origen en África occidental, pero el 86% de la producción actual procede de Indonesia y Malasia.

El consumo de aceite de palma no es nuevo, lleva usándose un siglo y medio. ¿Adivinas por qué? ¡Exacto! Por dinero. El de palma es uno de los aceites más rentables del planeta (unas diez veces más que el de soja o el de colza, por ejemplo), por varias razones:

– Por su fruto como su semilla pueden destilar aceite.

– Las enzimas del fruto aceleran la hidrólisis, que produce su deterioro. Por eso, las plantas de recolección y las de extracción se hallan en los mismos lugares.

– Crea millones de puestos de trabajo, desde comunidades locales en zonas selváticas hasta grandes corporaciones en el otro extremo del mundo.

– La mano de obra está compuesta principalmente por trabajadores de países subdesarrollados o en vías de desarrollo.

– Tiene una gran versatilidad. En términos de la industria alimentaria, posee unas buenas cualidades organolépticas.

Detengámonos en este último punto. Las propiedades químicas más interesantes del aceite de palma para la producción industrial es que permanece sólido a temperatura ambiente, mantiene las cualidades del producto durante más tiempo (forma, textura y sabor) y se funde de manera muy agradable en la boca, porque proporciona una textura sedosa y fácilmente untable.

¿Qué productos llevan aceite de palma?

Muchos. Demasiados, de hecho. Piensa en un alimento procesado que sea sólido pero que se deshaga fácilmente en tu boca. Si has imaginado un bombón, una galleta, un helado o margarina, has dado en el clavo.

Para detectarlo, tan sólo tienes que leer la etiqueta. Una buena costumbre que, si no tienes, deberías adoptar ya mismo. Desde el año 2014, debido a esta ley aprobada en 2011, todos los fabricantes de la Unión Europea están obligados a especificar el tipo de grasa vegetal que utilizan en sus productos. Adiós al genérico «grasas vegetales» en los envases. Así que hazte un favor y lee algo más que el nombre y el reclamo (bajo en sal, alto en fibra, sin grasas trans, enriquecido con…). Algunos todavía se saltan el reglamento y tan sólo indican ‘grasa vegetal’. Si encuentras eso, mejor no lo compres. Otras veces se recurre al término ‘palmiste’ o al nombre científico de la planta, en latín Elaeis guineensis. El mismo perro con distinto collar.

Añadir aceite de palma a un bombón, por ejemplo, lo hace más resistente al calor, ya que el chocolate se derrite antes. En los aperitivos salados, como los chips, a menudo se utiliza porque aguanta las frituras durante más tiempo que el aceite de girasol. Si te fijas en la etiqueta de tus patatas fritas, es más que probable que el aceite de palma figure en un preocupante segundo puesto, justo después de las patatas o del maíz (el orden de los ingredientes en la etiqueta responde, por ley, a su cantidad dentro del producto).

Pero ahí no queda la cosa. Masa quebrada, hojaldres, cremas de cacao y avellanas (que de avellanas contienen muy poco), cereales de desayuno, postres congelados, caramelos blandos, galletas (vendidas como saludables con el reclamo “ricas en fibra”, pizzas precocinadas, pastelitos, empanadillas, canelones, pasta rellena precocinada, sopas de sobre, palomitas para microondas… la lista es larguísima e incluye alimentos infantiles, como algunas leches de continuación.

La industria cosmética también lo utiliza en la elaboración de cremas, jabón, lápices labiales o pasta de dientes.